Connect with us

Blog

Inés Aguerrondo: “Se necesita una discusión amplia sobre qué importa en la educación”

En Infancia en Deuda nos propusimos hacer una serie de entrevistas para analizar las problemáticas históricas y coyunturales vinculadas con el derecho a la educación.

Por Lucía Cholakian Herrera

Los desafíos estructurales de la educación en la Argentina se profundizaron durante 2020: no se trata solo de que el ciclo lectivo haya sido enteramente de manera remota -y por lo tanto, que muchas y muchos no hayan podido acceder ni siquiera a la cursada virtual-, sino también de la pérdida de distintos espacios y vínculos que hacen a la escuela y la educación. La falta de conectividad, dispositivos aptos, lugar idóneo dentro de sus casas y recursos materiales para acompañar el aprendizaje afectaron no solamente a las y los estudiantes, sino también al personal directivo a docentes de todo el país. 

En Infancia en Deuda nos propusimos hacer una serie de entrevistas para analizar las problemáticas históricas y coyunturales vinculadas con el derecho a la educación, poner la lupa sobre las políticas que se llevaron adelante hasta ahora y las que son necesarias para el futuro. En esta segunda entrega conversamos con Inés Aguerrondo, licenciada en Sociología y ex subsecretaria de Programación del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación. Inés es consultora del BIE/Unesco y del IIPE/Unesco, es profesora invitada de la Universidad Torcuato Di Tella y miembro del Consejo Académico de la Maestría en Ciencias Sociales, FLACSO/Programa Argentina desde 1993. Además es autora de numerosos libros sobre temas de educación.

¿Qué oportunidades ofrece una situación tan inesperada como la que se vivió en el ciclo lectivo 2020 y se espera para 2021?

Este contexto permite darle una vuelta de tuerca a la idea de que el sistema escolar no enseña en la Argentina. Lo que tenemos que preguntarnos es por qué tenemos los resultados que tenemos. Esto compete al sistema público y privado y no es solo una cuestión de la Argentina. Tenemos la oportunidad de tomar decisiones de verdad. Pero para salir de la situación en la que estamos hace falta blanquear ciertas cosas: la formación docente en nuestro país tiene que mejorar, porque a los docentes no se les está enseñando lo que necesitan saber para pararse frente a una clase. No sigamos diciendo las cosas a medias, cuando lo bueno sería aprovechar este momento disruptivo para poder poner sobre el tapete qué nos pasa y a partir de allí emprender cambios. 

¿Qué es lo que se dice a medias?

No se dice que la formación docente es mala. Es muy lamentable, porque todos lo saben. Y esto impide que haya una evaluación docente. Hace falta hacer análisis profundos y diagnósticos que permitan buscar las mejores soluciones: los docentes son hoy los principales damnificados, porque en la formación no los preparan, no conocen cómo son las y los chicos hoy, sus intereses y su lógica de funcionamiento. Yo me recibí hace 60 años de maestra normal nacional, ¿cómo puede ser que se sigan usando los mismos métodos de formación?  

En segundo lugar, el sistema educativo es muy caro, y no es un problema de la Argentina. Nosotros heredamos el sistema europeo, y no nos ponemos las pilas para decidir cómo dar buena educación con costos reales que pueda pagar la Argentina. No hablo de bajar la calidad, sino de encontrar modos para reducir una serie de gastos. No tenemos análisis, por ejemplo, de cuánto cuesta el mantenimiento del sistema escolar. En nuestro país los edificios educativos, por ejemplo, se hacen en un lugar y a los 30 años la población de los alrededores se fue. ¿Y qué hacemos? Mientras tanto, hay un montón de zonas donde no hay escuelas. Se trata, en todo sentido, de construir diferente: no de mala calidad. Pretendemos dar solución a problemas de hace 50 años con la mirada de recursos de hace 60. Es un desacomodo terrible. Si fuimos capaces de pensar lo que comemos, de cambiar el uso y la costumbre de la vestimenta, de transformar nuestra idea de diversión, ¿por qué no podemos cambiar esto también? ¿Por qué seguimos pensando que un edificio de ladrillo enorme es la única escuela válida? 

¿Cuáles son las resistencias a estos cambios? 

Las resistencias existen por parte de las instituciones de formación, de la política, de los ministerios. Las resistencias también aparecen cuando un padre o una madre eligen una escuela por la fe o por los amigos que quiere que tenga su hijo: no tenemos criterios educativos, no ponemos controles de calidad, no mejoramos las instituciones para que la formación sea mejor o pensamos en el rol de los funcionarios y el perfil que deben tener para asumir sus cargos. 

¿Y cómo piensa que se deberían empezar a resolver los problemas? 

Lo que me parece que se necesita es una discusión amplia para que empiecen a cambiar las miradas sobre qué importa en la educación, qué falta, qué hacen en otras partes del mundo. Nosotros tenemos la sensación de que somos geniales y hacemos todo bien, pero perdemos oportunidades fabulosas por ser así. En un tema que estoy trabajando ahora, noto que muchos chicos que están en la secundaria no saben leer y escribir. ¿Cómo llega un chico a la secundaria en estas condiciones? En parte, porque el maestro tampoco fue formado para saber enseñar a leer y escribir a personas de distintas edades. Hay que atender esos problemas. 

Una cosa interesante que no hacemos es reconocer que a partir de una edad determinada, la pubertad y la adolescencia, no les damos a los chicos lo que necesitan sino que esas cosas están fuera de la escuela. ¿Qué pasa, por ejemplo, con el movimiento de raperos, traperos? En general los exitosos son chicos que fueron expulsados de la escuela, en el rap hacen cosas que la escuela debería enseñar: aprender a rimar, expresarse, sostener límites, reacciones con creatividad. Hoy existen escuelas de rap en los barrios y los chicos se enseñan entre ellos. ¿Por qué no entendemos la función que tienen ese tipo de cosas? La escuela necesita entender lo que pasa en la sociedad. 

¿Cómo es la relación entre el sistema educativo actual y las nuevas tecnologías?

Las tecnologías son fabulosas, pero la esencia del sistema escolar no las acepta. Este es un tema que viene desde muchísimos años, porque la escuela tampoco se hacía cargo de la existencia de la radio y la TV. La escuela está armada para un momento en el que una persona aprendía lo básico que necesitaba para su juventud. La Ley 1420 fue exitosa para el siglo XIX y principios del XX, pero luego llegaron las tecnologías, y ya hoy la demanda no es que le enseñes a la gente cosas básicas hasta la juventud, sino que les enseñes cosas para que sigan aprendiendo toda su vida. Cuando como Estado te preguntás cómo gestionar la escuela, tenés que entender que tu instrumento son las plataformas, o las alianzas con las plataformas. Pero hoy por hoy, los Estados dejan el mundo del mercado aparte. 

Yo soy una defensora de la escuela pública y de la educación como un bien público. Pero este Estado que tenemos, no solo en la Argentina, no es capaz de entender estas cosas y hacerse cargo de las transformaciones. Es un Estado del siglo XIX. En toda América latina el sector educativo es el menos informatizado, está muy despreciado. El mercado tiene que ser controlado por el Estado. Si no hay un Estado que se hace cargo de controlar el mercado, es imposible que estos conflictos de fondo se solucionen.

¿Cómo evalúa la gestión educativa del año 2020? ¿Qué piensa que fue acertado y qué se podría haber hecho distinto?

Creo que se hizo lo que se pudo. En estos procesos de cambio y de innovación disruptiva, no está escrito cómo se hacen las cosas, se aprende a medida que van pasando. Yo creo que se fue aprendiendo y se está aprendiendo, algunos aprenden con mayor facilidad, pero en la Argentina tenemos la cuestión de que es muy difícil diferenciar el mirar del opinar. Entonces toda la mirada está cruzada por la opinión. Se juzga por quién lo hizo, no por qué lo hizo, y todos cometemos errores. Si vos estás en el poder y decís que todo lo que hacemos es fantástico sin ver qué es qué, ¿qué espacio dejás para aprender sobre errores y aciertos? Para mí se hace lo que se puede, pero no hay una reflexión de aprendizaje, no hay interés de salir adelante todos juntos. Eso no nos permite aprender. No es una cuestión de cada gobierno. 

En cualquier proceso de reforma la primera parte es el caos, porque una innovación rompe las reglas del juego anteriores. Si no se respetan las etapas de la disrupción y se encuentran líneas para sostener y resolver, es imposible. En los últimos años en términos de políticas públicas hubo muchas cosas interesantes, pero el que vino después las cortó. Entonces vas siempre para atrás. Porque lo hizo Fulano está mal. Hubo un avance en las evaluaciones sistemáticas, pero tampoco las usamos como hay que usarlas, las usamos para pelearnos con el otro. Sale la acusación en vez de una voluntad de resolver. Una cosa muy interesante son los cambios que hubo en algunos contenidos curriculares. Pero pasa que en las escuelas no se aplican y no hay un control de calidad sobre si se aplican o no aplican. Mis nietos aprenden hoy lo que aprendía yo. 

¿Qué reestructuración habría que pensar en términos presupuestarios?

Una reestructuración total y absoluta. Tenemos espacios de desperdicio de financiamiento, hay mucho espacio libre en escuelas y lugares donde se necesitan. Hay estudios hace 20 años sobre cómo en América latina los desplazamientos poblacionales hacen que los modos de armar las escuelas no están pensados para una sociedad dinámica. Las empresas se mueven todo el tiempo, cambian sus estructuras; ese tipo de cosas no se da en los sistemas públicos, que son la salud y la educación. Hay un desperdicio muy grande de recursos, lo hay también en el ámbito docente. En los países del Primer Mundo se gasta entre 5 y 10 veces más por año por alumno, pero ninguno de nuestros países puede quintuplicar la plata que pone en educación. América latina, en términos de PBI, pone más en educación que los países del Primer Mundo, pero para ellos la torta es más grande. No se puede pensar en que hay que poner más plata en educación, lamentablemente no, hay que ver cómo hacemos para tener mejores docentes. Hay que profesionalizarlos, pero esto quiere decir tener un sistema como el de salud, donde tienen auxiliares enfermeros, prácticos y médicos. Tiene que haber personas que estén para sostener las tareas de enseñanza. 

¿Qué comunidades se vieron más afectadas por el paso a la virtualidad? 

En la Argentina el que no tiene acceso a la virtualidad está frito. Sabemos cómo se distribuye este acceso en los niveles socioeconómicos. Soy jurado de premios de La Nación y Clarín y la gente que ha mandado sus experiencias, la gente ha hecho cosas impresionantes, los docentes hicieron lo que pudieron, pero el problema es una sociedad que no les da los elementos para que la educación sea lo que tiene que ser 

¿Tiene algún modelo de país que crea que ha llevado a cabo una buena gestión de la innovación educativa en los últimos años? 

Hay hoy en día un montón de innovación, pero no hay un criterio construido sobre qué sirve y qué no. Yo divido los cambios en innovaciones y mejoras. Poner una computadora a trabajar como si fuera un libro es bueno, pero es una mejora, pero no cambia el modelo pedagógico. Hay cantidad de ejemplos que se hacen en el mundo. Falta que tengamos un acuerdo entre especialistas sobre cómo debería ser la educación del futuro con una visión común.

Hacer click para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más en Blog

To Top