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Melina Furman: “Tenemos que recuperar a todos los estudiantes que quedaron desconectados”

La primera de una serie de entrevistas para analizar las problemáticas vinculadas con el derecho a la educación, poner la lupa sobre las políticas que se llevaron adelante hasta ahora y las necesarias para el futuro.

Por: Lucía Cholakian Herrera

Los desafíos estructurales de la educación en la Argentina se profundizaron  durante 2020: no se trata solo de que este ciclo lectivo haya sido enteramente de manera remota -y por lo tanto, que muchas y muchos no hayan podido acceder ni siquiera a la cursada virtual-, sino también de la pérdida de distintos espacios y vínculos que hacen a la escuela y la educación. La falta de conectividad, dispositivos aptos, lugar idóneo dentro de sus casas y recursos materiales para acompañar el aprendizaje afectaron no solamente a las y los estudiantes, sino también al personal directivo a docentes de todo el país. 

En Infancia en Deuda nos propusimos una serie de entrevistas para analizar las problemáticas históricas y coyunturales vinculadas con el derecho a la educación, poner la lupa sobre las políticas que se llevaron adelante hasta ahora y las necesarias para el futuro.

En esta primera entrega conversamos con Melina Furman, bióloga (UBA) y Master y doctora en Educación de la Universidad de Columbia, Estados Unidos. Es Investigadora del Conicet y Profesora Asociada de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés.

-Si tuviera que hacer una lista de los principales desafíos para la educación en la Argentina hoy, ¿cuáles serían? ¿Y cuáles de ellos requieren una respuesta urgente? 

Un desafío urgente que tenemos en este contexto de retorno a las clases en el 2021 es recuperar a todos los estudiantes que quedaron desconectados y están en riesgo de no volver a la escuela cuando reabra sus puertas. En los números se habla de entre un millón y un millón y medio de estudiantes. Esto no es solo de la Argentina, es algo general: la Unesco está hablando de catástrofe generacional por muchos estudiantes que van a quedar desescolarizados. Ya teníamos en nuestro país un problema enorme de abandono en la secundaria, al que se suma este año de muy baja intensidad de vínculo con la escuela para muchas familias. Ese es uno de los grandes desafíos: recuperar a todos quienes tuvieron baja conexión con la escuela.

La Unesco está hablando de catástrofe generacional por muchos estudiantes que van a quedar desescolarizados.

Otro de los desafíos es el de la infraestructura escolar: los datos hablan de porcentajes altos de escuelas sin condiciones mínimas de agua corriente, condiciones sanitarias básicas, ¡ni hablar de condiciones tecnológicas aptas! Se han hecho esfuerzos en estos años en esa dirección pero todavía falta mucho.

El tercer desafío es el de la calidad educativa. Los resultados de las pruebas Aprender y otras evaluaciones, coinciden en que necesitamos cambiar los modos en que se enseñan las materias en la Argentina, sobre todo en el nivel secundario. Hay bajos logros de aprendizaje en varias materias. Muchos chicos egresan de la escuela sin terminar de comprender lo que leen. Hay mucho para hacer en la formación continua de los docentes y la formación inicial de los futuros docentes, pero también en sus condiciones laborales: algo que limita mucho la capacidad de los docentes de formarse es no contar con espacios remunerados de formación y de reunión entre colegas, para poder planificar institucionalmente, sobre todo en el nivel secundario. Los docentes están contratados por horas cátedra, es decir, se les paga por estar al frente de los alumnos y casi no existen momentos remunerados de planificación y de formación. Esto requiere ser cambiado urgentemente. Las reformas educativas que se proponen y se llevan a cabo en distintas partes del mundo tienen que ver con cambiar las condiciones de trabajo de los docentes.

El último desafío para subrayar es el de la primera infancia. En la pandemia, muchos centros de primera infancia que son esenciales no sólo para la socialización de los chicos, sino también para sus primeros aprendizajes hacia la escolaridad primaria, tuvieron que cerrar sus puertas en el contexto de la emergencia sanitaria. Los que se pudieron sostener tuvieron dificultades para mantener el trabajo remoto con los chicos más chicos. En ese sentido, recuperar la presencialidad en el nivel inicial es esencial. Está demostrado que esos primeros años son fundamentales para el resto de la trayectoria. 

-La desigualdad es un problema que atraviesa toda América Latina pero también se profundiza en las distintas provincias de la Argentina. ¿Cuál cree que es la vía para atender integralmente estas desigualdades? 

-Creo que la vía para atender las desigualdades es un trabajo muy sostenido de política pública en donde se priorice las escuelas para los sectores más desfavorecidos. Hacen falta mejores escuelas con docentes más capacitados, en condiciones edilicias adecuadas, con más recursos para los estudiantes. Y ahí entra no sólo la educación, sino también el trabajo en red, con salud pública, con condiciones laborales para las familias. Se trata de un trabajo más profundo que apunte a reducir las desigualdades estructurales que tenemos hace tiempo.

-Este fue un año que evidenció muchas problemáticas vinculadas a la educación. ¿Cómo ve los esfuerzos de organizaciones, sociedad civil y Estado ante la educación en la pandemia y qué piensa que podría haber sido distinto? ¿Qué políticas llevadas adelante durante este año deberían profundizarse y cuáles faltaron?

-Este fue un año de mucho esfuerzo, de mucha creatividad y de mucha resiliencia. Hubo un trabajo muy fuerte del Estado nacional y de los estados provinciales para poner a disposición recursos, cuadernillos, programas de radio, televisión. ¿Para qué? Para seguir sosteniendo los contenidos de la educación remota y tratar de proveer esa hoja de ruta y que los estudiantes pudieran seguir trabajando desde sus casas. Además, hubo esfuerzos de capacitación docente y de personal directivo, ni hablar del trabajo de las familias y de los estudiantes. 

Al mismo tiempo, hay algunas cosas que requieren atención urgente. La primera es la brecha digital, que todavía no logramos resolver como país. Hay un altísimo porcentaje de hogares que no tienen internet, o que tienen internet con datos pagos o de baja calidad de conexión, además de la falta de dispositivos como una computadora para seguir estudiando desde casa. Esto es esencial y creo que tendría que haber sido atendido antes. Es difícil, requiere mucha inversión, requiere acuerdos. Pero no es poner un cohete en Marte. Es algo que tenemos que resolver como sociedad, especialmente porque se vienen por delante meses duros de continuar con una educación por lo menos alternada o en modalidad combinada entre lo remoto y lo presencial. 

En el marco de la emergencia se pusieron en práctica políticas que fueron interesantes. Por ejemplo, una priorización curricular que hace rato que nos debíamos: tanto desde la Nación como en distintas provincias se priorizaron contenidos esenciales. Esto es algo que desde el ámbito académico en educación se viene trabajando hace mucho como necesidad. Es necesario que los programas de estudio sean más cortos, menos extensos, en el sentido de que se priorice lo esencial para que se puedan trabajar los temas en profundidad y no sobrevolarlos de manera general, lo que en educación llamamos “conocimiento inerte”. Eso es valioso, y ojalá perdure. Además, esto que se dio de un trabajo en equipo mucho más fuerte por parte de los docentes, producto de la emergencia, es algo que necesitamos seguir profundizando y para eso hay que garantizar las condiciones que lo hagan posible. En este sentido, en el nivel secundario, por ejemplo, que es el más crítico en Argentina, es esencial que los docentes tengan horas de trabajo, no sólo el frente de alumnos, no sólo contratados por horas cátedra, como se da hoy, sino empezar a movernos en la dirección de tener profesores por cargo, que trabajen en una sola escuela, que tengan horas pagas para poder reunirse con colegas, para planificar y crear proyectos. Todo lo que sabemos que es necesario para renovar la educación hoy, que tiene muchas dificultades. 

-Frente a un 2021 en formato híbrido (presencial y virtual), ¿qué se debería tener en cuenta? ¿Cuáles serían los principales desafíos de un segundo año lectivo con modelos atípicos como 2020? 

Los desafíos para el año que viene son muchos, y la modalidad híbrida requiere que las familias o los y las estudiantes tengan conectividad y dispositivos. Si no, no hay modalidad híbrida que funcione, como sucedió este año con la modalidad remota. Lo siguiente que va haber que tener en cuenta es cómo se va a organizar en las escuelas esta ingeniería tan compleja para armar las burbujas. Habrá personal directivo, personal docente y chicos y chicas que no van a poder volver a la escuela por distintas situaciones. Entonces, en esa planificación anual que hacen todas las escuelas en febrero, va a ser esencial tener mucha flexibilidad y mucha cabeza para ver cómo se arma esto, sobre todo a sabiendas de que van a volver chicos con una heterogeneidad de trayectorias muy grandes, estudiantes que pudieron sostener en 2020 el trabajo remoto y otros que no. Habrá que pensar en agrupamientos flexibles: por ahí no agrupar necesariamente por año, sino tener esos agrupamientos pensados por trayectorias. Ese es uno de los desafíos más grandes. Y después, habrá que pensar en qué hacer con todos estos estudiantes que quedaron desconectados de la escuela, cómo hacer un trabajo enfocado en aquellos contenidos esenciales que hay que recuperar para mitigar los daños del 2020.

Otro desafío importante en este modelo es involucrar a las familias desde el vamos, trabajando con equipos directivos. Ahora, en diciembre, nos damos cuenta de que tendríamos que haber involucrado a las familias antes, sobre todo para los estudiantes más chicos, que requieren más acompañamiento de los adultos y tienen menos autonomía. Hay que involucrarlas desde el principio con reuniones, orientaciones, armando equipo. Eso va a ser esencial en el 2021, donde también va a haber un rol protagónico de las familias en este trabajo alternado, que va a requerir que parte del aprendizaje se siga dando en casa. 

¿Qué rol tiene el personal y directivo a la hora de encarar estos desafíos? 

Hay un rol central de docentes y directivos para encarar estos desafíos, sobre todo en la planificación al interior de cada escuela, teniendo en cuenta el equipo y, sobre todo, cómo es la comunidad, qué necesidades tiene, qué respuesta dio esa comunidad en 2020. Esa autonomía de cada escuela va a ser esencial para 2021: planificar con su comunidad cómo armar esta ingeniería, pensar la modalidad híbrida, que es una modalidad que nunca vivimos y que vamos a tener que crear este 2021. Es esencial que sean protagonistas de esa planificación. Pero no tienen que estar solos. No estamos hablando de una autonomía perversa donde las escuelas están libradas a su suerte, sino que es esencial que esto dialogue con políticas jurisdiccionales de apoyo, de acompañamiento, de orientación, de capacitación docente, para que cada escuela tenga la autonomía de decidir, pero esté contenida y apoyada por la jurisdicción donde se enmarca o que cada decisión que se tome sea en diálogo con docentes, con supervisores, con directivos, con la comunidad educativa en general. Sin decisiones consensuadas y dialogadas, pensar la modalidad híbrida va a ser aún más difícil. Necesitamos incluir todas las voces en la toma de decisiones de algo que va a requerir realmente mucha creatividad y esfuerzo sostenido un año más. 

-¿Hay algún ejemplo de país o comunidad que haya dado una respuesta satisfactoria a la crisis educativa que trajo la pandemia? 

-El ejemplo que se da más frecuentemente es el de Uruguay. Es un país que respondió muy bien ante la pandemia porque tenía un trabajo previo muy importante, un Estado que había construido durante muchos años el Plan Ceibal, un plan de educación digital de muy buena calidad. Los estudiantes ya tenían computadoras, los docentes ya estaban capacitados, había una plataforma de contenidos digitales que hizo más sencilla la vuelta a clases de manera híbrida. También tuvieron estrategias interesantes como que los profesores pudieran enseñar de manera remota desde un aula. Es valioso porque estamos hablando de un país realmente hermano. Está acá al lado, si bien es un país más pequeño, nos puede dar la pista de por dónde ir.

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