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Nicole Becker: “Los jóvenes salimos a las calles a garantizarnos un futuro”

Por Clara Sirven 

Nicole Becker tiene 18 años y es una de las caras visibles de Jóvenes por el Clima Argentina, una agrupación activista ambiental creada a principio de este año, inspirada en Greta Thunberg y el movimiento joven de todo el mundo. Nicole dejó Psicología para estudiar Derecho, le dedica horas de su día a la lucha contra la crisis climática, sostiene que la falta de información es clave y que el cambio tiene que ser estructural: el bienestar ambiental es un derecho humano.

-Nicole, en muchas entrevistas contás cómo empezaste a ser activista: viste un video de Greta Thunberg y a partir de ahí leíste, estudiaste, investigaste y creaste Jóvenes por el clima. ¿Tenías alguna inquietud similar antes?

-Yo soy judía y dentro de la comunidad hay una cultura de la educación no formal, es muy común, todos los sábados desde los 8 años que voy a un movimiento juvenil que es de educación no formal, y a partir de juegos se tratan temas sociales. Yo crecí así, mi formación política, mi formación de sensibilidad por el entorno viene a partir de ahí, desde los 8. Siento que crecí con un ojo crítico en general, pero no con el ambientalismo puntualmente. El ambientalismo hasta hace un año, o menos, era visto como un ecologismo de cartón, más de acciones individuales, algo más estético que lo que en serio trata el ambientalismo. A mí no me llamaba la atención, me llamaba la atención lo social, el ambientalismo lo veía como algo que parecía estar lejano a lo social. No estaba unido. Este año, a partir de este video que vi, empecé a entender. Lo primero que me surgió fue ver el video y decir “guau, hay muchos jóvenes movilizándose por algo que acá yo ni siquiera escucho hablar”. Claramente es por falta de información. Empecé a hablar con amigos y amigas con los que después terminamos fundando Jóvenes por el Clima Argentina, y empecé a buscar información y ahí me topé con el informe del IPCC, del grupo intergubernamental de expertos en el cambio climático, que son unos científicos avalados por la ONU que hicieron este informe en donde ya no quedan dudas si la crisis climática es real o no, ya está todo dicho ahí, súper comprobado. A partir de estas dos cosas dije, hay que hacer algo. Hay que formar la expresión local del movimiento que se estaba gestando a nivel internacional, pero argentino. No solo como que no había nadie haciendo nada, o sea movimientos en las calles, sino también con expresión local. Con una perspectiva latinoamericana. No es lo mismo lo que vas a pedir en Suecia que lo que vas a pedir en la Argentina.

Foto: Cecilia Salas

-¿Cuál es la diferencia de perspectiva en la crisis climática latinoamericana de la del resto del mundo?

-La principal diferencia es justamente que la crisis climática a los que primero afecta es a las personas que menos recursos tienen para protegerse. En ese sentido Latinoamérica tiene un sector mucho más vulnerable que está totalmente afectado, que ya está afectado, ni siquiera es que en 30 años lo va a estar, ya está afectado. Los pueblos originarios, que ya tienen una  cultura de colonización, las empresas internacionales que vienen, los echan de sus tierras, se van, ellos se quedan sin territorio. Hasta gente en villas de emergencia que cada vez que llueve se quedan sin las casas, justamente por no estar preparados con la vivienda que tienen. Esa es la mayor diferencia, tiene que ver con un criterio de adaptación. Cuando hablás de crisis climática podés hablar de adaptación, que tiene que ver con qué medidas tiene que tomar el estado para proteger a las personas a nivel estructura de las consecuencias de la crisis climática, y de reducir los gases contaminantes. Latinoamérica es de la región que menos emite pero que más recibe. Para simplificarlo: en un país desarrollado, la consecuencia de un desastre natural o la consecuencia de la crisis climática, en todo caso lo que trae es que pierdan plata. Pero acá trae muerte.Es eso. Tenés muchos sectores mucho más expuestos a las consecuencias.

-¿Cómo se reconoce eso?

Se linkea muy poco. Si vos ves la tasa de personas que entra a un hospital cuando llueve, cuando hay sequías, cuando hay una ola de calor, y que mueren, son muchas más que las de un día normal. Pasa eso. Solo que nunca se relacionó con la crisis climática. Falta linkear las cosas que pasan, hay que empezar a unirlas, no son casualidad.

-La información dura, de estudio, está aislada o es difícil de entender. Vos decís que la crisis climática no es un estudio científico con números, sino que también es una consecuencia social y un tema de derechos humanos.

-Es un problema socioambiental. Podés hablar de un montón de números, que son necesarios, pero si no lo empezamos a entender como que esos números son personas afectadas no vas a llegar que a la mayoría le toque. Es justamente donde las personas que venían militando el ambientalismo fallaron tantos años.

-¿Por qué? ¿Porque no lo veían como algo social?

-Para mí fallaron en la narrativa a la hora de difundir el mensaje y de poder llegarle realmente a la gente, es recién ahora que la gente se está empezando a interesar un poco. Es necesaria la acción individual, sí. Pero no es a lo que hay que apuntar. Con la perspectiva latinoamericana, siendo argentina, elegir qué comer, elegir qué consumir, es un privilegio. Ni siquiera por la plata que tenés que tener para adquirir ciertos productos o cierta vida, sino también por la educación que tenés que tener para llegar a entender eso, para tener una alimentación realmente saludable, por ejemplo. Por eso yo no digo nunca que todos tienen que ser vegetarianos o veganos. Estaría buenísimo, pero a lo que hay que apuntar es a un cambio estructural. Si hacés estas acciones individuales, que yo trato de tomar y trato de hacer todo lo que esté a mi alcance, buenísimo, pero siempre apuntar a después criticar a lo que sería la industria, no al trabajador que vende un choripán en una marcha. Hay que apuntar al sistema. Hay un montón de cambios individuales pero el que te tiene que dar la cultura para poder hacerlo es el estado con legislaciones, con cosas que pueda decir y que ahí llegue a las empresas, todos los intereses políticos tienen que empezar a hacer algo. Las acciones individuales llegan tarde para hacerlas y que realmente hagan el cambio que necesitamos. No alcanza.

-¿No previenen?

-Si te ponés a ver números, no cambia que yo sea vegetariana. Yo lo soy, pero no cambia. Lo hago porque me parece que es coherente al pedido que hago y es el mensaje que estoy dando. No me dan ganas de comer, después de todo lo que sé ya no me dan ganas. Pero pasa por ese lado. El cambio que necesitamos es realmente muy grande para quedarse tranquilo con solo lo que puedo hacer yo. Si vos hacés eso y también salís a las calles, pedís ese cambio, hacés lo que sea desde lo que sea que trabajes, sepas, te guste hacer, es muy amplio. Está buenísimo, pero si solo te quedas en eso, en las acciones individuales, es hasta peligroso. Es como que yo diga bueno, soy vegetariana, suficiente, estoy tranquila. No. Hay que ir por más.

-¿Cómo fue el año de JxEC?

-El 15 de marzo fue la primera marcha. Son 4 con la del 29 de noviembre. En julio declaramos al país en estado de emergencia climática y ecológica. Fue el 4to país en el mundo en poder lograrlo. Eso fue a partir de la segunda movilización, que veníamos dele que te dele, que se declare, que se declare. Lo presentamos nosotros y se aprobó. Es una locura. Único país en Latinoamérica, cuarto en el mundo. Si bien es algo simbólico, es un colchón legislativo para después sacar otras cosas. Ahora estamos planeando una reunión con Alberto Fernández. A ver, también leo una noticia que dice que su proyecto de país es Vaca Muerta. Pero nos llaman, nos preguntan, nos tienen como referentes. La respuesta cada vez crece más, pero justamente porque cada vez crece más este tema, como un tema de interés.

Foto: Cecilia Salas

-¿Los intereses económicos chocan con los intereses ambientales?

-Más o menos. Sí, pero no. También hay muchas creencias de que, al fin y al cabo todo lo sostenible es algo en lo que hay que invertir, pero después te termina sirviendo. El tema es que necesita una primera inversión. Lo que hay que entender es que es todo un proceso, no es que mañana todo energía renovable y chau energía fósil. Es un proceso y tenés que hacer una transición justa al nivel de los trabajadores. Si vos hacés un proyecto de prohibir el plástico, que es uno que está circulando de una diputada, y para eso tenés que despedir a 30 personas, no me sirve. Prefiero que ni lo hagas. Justamente porque lo social también se fue. Tiene que ser una transición justa.

-¿Qué sentís cuando te comparan con Greta?

-El problema, entre comillas, es que yo no soy Greta. Cuando me lo preguntaron dije que todos los jóvenes que alcen la voz son un poco Greta. Yo soy Greta pero también hay más personas que lo son. Entiendo la comparación porque es la cara visible, yo soy la cara visible de lo que representa esta lucha de la juventud en Argentina, pero Greta también tiene un contexto totalmente distinto. Yo tengo un contexto latinoamericano, con todas las responsabilidades que eso conlleva. Pero sí, claramente me siento identificada, estamos luchando por lo mismo, ella es un poco más chica pero somos jóvenes que estamos invirtiendo horas y horas y horas realmente en esto, y por un lado es lindo, y por otro es entender que en realidad somos distintas personas. No soy Greta, soy Nicky, soy distinta, pero estamos luchando por lo mismo.

Mi vida es como una película. Yo ahora llego a mi casa y les digo a mis papás que en una semana quizá me reúno con Alberto Fernandez. Se iba a hacer la COP, que es la Conferencia de Partes de Naciones Unidas en Chile. Es donde se negocia todo lo que es crisis climática, se hace todos los años. Era importante que sea en Chile porque iba a tener mucha representación de gente de Latinoamérica, pero Chile lo canceló y ahora es en Madrid. Yo había quedado seleccionada para ir a Chile. El proceso de selección depende de la instancia, en esta yo había aplicado para un programa de Latinoamerica, quedaban 3 personas y quedé, tuve capacitaciones. Se pasó a Madrid, todavía no sé si la propuesta sigue.

Esto es todo el tiempo recibir desafíos constantes. Hace un mes di una charla para un montón de personas, a lo charla TED, con tres meses de preparación,  oratoria. Son desafíos también personales constantes, te hacen crecer un montón. Me veo Nicky de febrero, que es cuando empezó JxEC, y era una persona totalmente distinta, con todas las cosas que fueron pasando este año. Inclusive hablo distinto, me doy cuenta de eso.

-Tu generación tiene una visión muy distinta, más consciente, más despierta que las anteriores.

-Eso es también por el acceso a la información que tenemos, por cómo crecimos. Por ejemplo con el feminismo, en algún punto también. Crecimos con una lucha que fue mucho más allá de cualquier partido político, hay un montón de ramas y podés discutir un montón, pero en la cabeza te atraviesa. Vivimos mucho en primera persona muchísimas cuestiones. La crisis climática nos plantea lo mismo: ¿por qué somos los jóvenes los que estamos saliendo a las calles? Porque estamos saliendo para garantizarnos un futuro, el futuro que se ve en juego es el mío. Es una batalla cultural también, yo crecí de otra forma. Tal vez no tuve educación ambiental, igualmente mi cabeza está en otra cosa. Yo no hice nada  y voy a padecer un montón de cosas, entonces si los que tienen que tomar las medidas para que realmente se lleven transformaciones no lo hicieron, lo voy a hacer yo.

-Se habla mucho de que quedan 11 años para actuar. ¿Qué significa?

-Son 11 años para que sea irreversible. No es que ahí va a estallar todo, sino que ahí no se va a poder volver atrás. Si hoy se toman las medidas, los efectos pueden ser muchísimo menores. Tenemos 11 años para poder actuar bien. Si no actuamos bien vamos a llegar a un punto en el que no podemos volver atrás. Aunque mejores un montón en 12 años tus políticas públicas, ya va a ser tarde. Vas a poder reducir el impacto, pero no volver atrás, cosa que hoy sí se puede. Por eso es la urgencia, por eso es tan importante que sea ya.

-Hablás de la crisis climática como un problema social y de derechos humanos. ¿Cuáles otros derechos creés que les faltan a los niños, las niñas y adolescentes?

-El derecho a la participación es vital. Muchas veces se nos excluye de ciertos espacios meramente por la edad, pero ahora esta generación tiene un montón para decir. Eso principalmente. Ser escuchados. ¿Por qué es tan importante un defensor de los niños? Porque tienen cosas para decir, de cosas que les pasan, de experiencias que tienen, y quizá no tienen las herramientas para hacerlo porque no se las dieron. El acceso a la justicia, un montón de cuestiones. Y la crisis climática también: cuando digo sectores vulnerables me refiero también a los más viejos y justamente a los niños. Los que más sufren son los niños.

 

Para más información:

Twitter: @jovenesclimarg

Instagram: @jovenesporelclimarg

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